Un año más, los miembros y miembras de nuestro club cumplimos con la sana costumbre de celebrar los Carnavales con la tradicional cena anual.
En esta ocasión la temática de los disfraces era libre , dado que, tras varias reuniones entre el presidente y el vicepelota, fueron incapaces de acordar un motivo común para que no fuese cada uno de lo que le saliese de los genitales externos. DIMISIÓN, que diría la Nutria de Montrove.
Con las sentidas ausencias de nuestro maratoniano cronista, de su santa y de la Nutria y su incansable jefa, nos encaminamos al restaurante Los Manueles, donde el General Sobrinoff había reservado la mesa para 9, no cayendo en la cuenta de que en realidad eramos 11, error lógico en él que, como todos sabemos, cuenta con los dedos y, evidentemente, le faltaron manos...
Solventadas las dificultades, dimos cuenta de una frugal cena a base de chipirones, croquetas, tortilla, entrecôt , postres (sí) y los inevitables vinos gallegos y riojanos .
Aprovechando la euforia reinante, el Presi intentó, en vano, convencernos de la conveniencia de hacer una escapada turística a la bella Venecia, último antojo de nuestro adinerado mecenas. La propuesta quedó descartada aunque no dudamos que en breve lo volverá a intentar. Mayoritariamente ,los allí presentes nos decantábamos por un fin de semana etílico en Ribadavia ó, como mucho, en la Ribera del Duero. Decisión aplazada hasta la vuelta de los ausentes.
El gin-tonic de rigor fue despachado en el American Corner adonde acudimos con nuestros variopintos atuendos de Diablesa, Pocahontas, Dama medieval, Payaso (el triatleta, no se tuvo que esforzar), D´Artagnan, Marinerito (el presi, con su traje de Primera Comunión, que aún le sirve), Aladín y los disfraces estrella de la noche ,los del maestro y su Sta. Ana ,de policías de Nueva York, muy logrados pero con un evidente mal cálculo de las tallas elegidas, que dejaban al descubierto la gran ganancia de peso que han experimentado ambos desde que abandonaron la férrea disciplina atlética del club. Esperemos que vuelvan a ella en breve.
Nos acompañaron tambiéen Bernardo y su novia , murciana y más guapa que él.
Sin más, nos despedimos de la nuit a una hora prudente, que al día siguiente todos teníamos cosas que hacer, aunque ninguno recordaba qué. Dormir , supongo.
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